Almazara de Massarosa
El amor por la tierra bendecida por unas condiciones edafoclimáticas ideales y la atención continua a la innovación para mejorar la calidad del producto son las bases de una realidad impresionante como la Almazara de Massarosa. Estamos en Lucchesìa, una de las zonas con más olivos de la Toscana, donde las plantas crecen sobre llanuras y rocas. Están allí desde 1711, cuando una helada estacional destruyó todos los olivos presentes y los frailes de entonces, con paciencia franciscana, volvieron a plantarlos en terrazas con los mismos tipos y en el mismo porcentaje (80 % de la variedad frantoio y 20 % de la leccino) que todavía se perciben en la actualidad.
La idea de crear una almazara, para una producción propia y para poner después el molino al servicio de otros olivicultores del territorio, se les ocurre a finales del siglo pasado a Marco Leverone y a su mujer, Miria Del Carlo. A la almazara le ponen el nombre del municipio donde residen: una gran apuesta, que sacan adelante con pasión y dedicación. Siempre dispuestos a introducir soluciones innovadoras capaces de mejorar el nivel del aceite producido. Así es como, año tras año, la almazara de Massarosa ha experimentado profundos cambios: los viejos molinos han dado paso a un sistema continuo, hasta llegar a la actualidad con el nuevo decantador centrífugo SPI 222 y el nuevo separador Marte. En las primeras fases de la línea, una atención meticulosa a todo el proceso productivo: tanto en la fase agronómica, animando a clientes y proveedores a gestionar los olivos con puntualidad para seleccionar siempre las mejores drupas, como en la almazara, con el máximo cuidado en cada operación: del lavado y la defoliación hasta la filtración del aceite, para realizar un producto final con unos parámetros de calidad superiores.
La alta tecnología del dos fases Pieralisi, que no necesita que se añada agua, garantiza un contenido mucho más elevado de polifenoles, lo que permite que el aceite virgen extra producido mantenga no solo todas sus propiedades organolépticas, sino que se refuerzan sus características nutricionales y en términos de salud, también por la capacidad de su separador que garantiza una clarificación óptima, con la ventaja que aporta el sistema de autolimpieza. Además, en una lógica de economía circular, los subproductos de las aceitunas también se recuperan por completo: del orujo generado, la familia Leverone extrae el «núcleo», es decir, el hueso molido del orujo, que tiene un enorme poder calórico y, por lo tanto, es un producto óptimo para la combustión con un precio muy económico. El orujo que sobra se envía a un biodigestor para la producción de energía eléctrica.
Hoy en día, por lo tanto, la Almazara de Massarosa, con el entusiasmo de la nueva generación representada por los hijos, William y Deborah, se presenta como un molino de vanguardia, que produce un virgen extra de gran prestigio, vendido en Italia y en el extranjero, en buena parte con certificado IGP Toscano, y que sabe ganarse adeptos por sus inconfundibles aromas y sabores de las mejores variedades de esta zona de Versilia, a la espera de ser descubierta.